Thursday, August 03, 2006

Gogo

No sabía lo que era un gogo hasta la tercera vez que lo vi.
Nunca antes había visto un gogo.
Los que han visto un gogo alguna vez, saben que es algo divertido.
Los que nunca han visto a un gogo, permítanme explicarles lo que es.

Un gogo es una especie de animal pequeño que vive en las zonas desérticas de México, concretamente en el noreste del país.
Es un animal solitario y nunca se le ve acompañado, por lo que desconocemos cómo se las arregla para lograr que la especie sobreviva.

Tiene la manía de hablar sobre sistemas y mecanismos extraños, piensa que su poder radica en el conocimiento de los artefactos.
Tiende a socializar con otros individuos tan excéntricos como él, aunque concretamente no puedo citar un ejemplo.
Quienes han visto un hobbit, se darán una idea del aspecto que tiene el gogo en cuanto a estatura y capacidad física, así como carácter y sentimientos.

El gogo alega estudiar mecatrónica o algo así, pero nunca lo he visto en la universidad. Probablemente sea porque es un animal nocturno y subterráneo.

En realidad, el gogo es muy simpático. Si existieran más, me gustaría tener uno de mascota... o tenerlo en un centro de investigación, para conocer más de sus secretos.

No sé. Podría ser que el gogo esté en peligro de extinción. Yo sólo conozco uno. De ser así, nadie más lo conocerá una vez que esté extinto.
Propongo que le hagamos un museo en el que expongamos todos los conocimientos que poseemos acerca de tan fascinante y enigmático ente.

Thursday, July 27, 2006

Una presionada muerte egoísta

Esta mañana he despertado como todos los días.

Descubrí que no puedo respirar. Veo hacia el techo, y observo con horror que está posicionado peligrosamente sobre mí. Normalmente, el techo está sobre mí, así debe de ser, pero en esta ocasión, me aplasta.

Las paredes también se han cerrado sobre mí. Mi cuarto entero conspira para presionarme, aplastarme y cortarme la respiración y con ella, la vida misma.
Me resigno. Mientras espero a que mi cuarto termine de comprimirme pienso en todo lo que termina con mi vida.

Mi familia. ¿Pensarán en mí? No por un tiempo. No vivo con ellos y cuando quieran llamarme por teléfono y noten que nadie contesta, vendrán a buscarme y encontrarán mi cuerpo inerte.

Mis amigos. Hace mucho que no los tengo. Los pocos a los que puedo llamar así no viven cerca de mí.

Mis cosas... Ellas me van a extrañar. Mi cama no querrá que nadie más duerma sobre ella. Ella era mía y yo era suyo. Mi cocina ansiará que alguien cocine en ella, pero nadie más lo hará. Creo que mi casa entera me quiere tanto que se destruirá a sí misma antes de dejar que alguien que no sea yo la ocupe.

Mi carro huirá al despoblado y terminará sus días en un junk yard estadounidense, y cuando sea triturado, será vendido como chatarra, a un precio muy inferior al que realmente vale. Me da pena por él. Me gustaba ese carro.

Mi ropa. Creo que ni siquiera cosiderará la opción de ser subastada o de ser vendida en un bazar de caridad. Ni siquiera aceptará ser regalada. Es ropa muy cara, digna solamente de mí y estoy seguro que antes que estar en el cuerpo asqueroso de alguna otra persona, preferirá ser quemada y una vez calcinada, querrá que sus cenizas sean esparcidas a los cuatro vientos para que solamente aquéllos lo suficientemente merecedores de ello conozcan su historia y sepan que alguna vez vistió a la persona más fantástica que alguna vez existió sobre la faz de la tierra.

Mi perro.... Siento lástima por él. ¿Quién lo alimentará? Sé que no tiene el valor suficiente para suicidarse y es demasiado orgulloso como para tener otro dueño que no sea yo, así que creo que es él quien sufrirá más. Tendrá que vivir en la calle si tiene suerte. Si no, será llevado a un perrera municipal y si se apiadan de él, que espero que así sea, lo pondrán a dormir. Pobre animal.

Mi celular, diseñado exclusivamente para mí, muere conmigo, pues lo tengo aquí a mi lado. Siempre fiel, me acompañó hasta el último momento. Es irónico que su último momento haya coincidido con el mío.

Mi negocio. Es lo único que dejará de ser mío. Estoy seguro que en cuanto se sepa de mi muerte, el trepador social que tengo como vicepresidente usurpará mi lugar de presidente y dueño y se quedará con todas las acciones del mismo, para beneficio suyo y detrimento mío.

Creo que todo llega al final. ¿Por qué las cosas buenas de la vida tenemos que acabar? ¿Por qué se queda en el mundo la escoria de la humanidad y esos seres nefastos que no merecen vivir? ¿Por qué las personas ejemplares y perfectas como yo tienen que dar paso a una subhumanidad? Creo que nunca lo sabré.

Escucho mis huesos crujiendo. Mi cabeza me duele mucho. Muchísimo. Es el dolor más intenso que he sentido en mi vida. Ir al doctor no se compara con ésto. Dolor. Dolor, mucho dolor. Oigo como mi celular cede ante la inmensa presión sólida y expira, sonando una última vez. Una llamada que no contestaré jamás. Más dolor. Siento como mi osamenta se rompe casi sin esfuerzo. Dolor. Dolor, mucho dolor. Nada.

Creo que ya he muerto. Ya no siento nada. No siento mi cuerpo, no siento mi cuarto, no me siento a mí. Comienzo a tener una sensación de que estoy volando. Sí. Vuelo, pero desconozco mi destino. Todo está oscuro. Ya no pienso en lo que dejé atrás. No dejé nada. Mi ser, mi espíritu, mi esencia, mi yo, mi todo, mis cosas. Todo abandonó el mundo al mismo tiempo que yo. Qué irónico. Quería permanecer en el mundo y en el momento de mi muerte saqué de él todo lo que pudiera recordarme.

Veo una luz tenue allá a lo lejos. Se hace más brillante conforme avanzo hacia ella. Es una gran luz blanca. Incandescente. Brilla fuertemente y sin embargo no me afecta en lo más mínimo. No despide ni frío ni calor, simplemente luce. La veo, mas es como si no viera nada. Fuera de ella no hay nada, sólo oscuridad y dentro de ella no hay nada tampoco. Por lo menos no todavía.

He llegado a ella finalmente. Atraviesa un espacioso túnel. Entro en él y escucho una voz que dice que las cosas más preciadas para mí están dentro del mismo y que siempre las tendré y ellas me recordarán incondicionalmente.

Espero ver en el túnel a mi casa, a mi perro, mi celular, mi cama, mi negocio, mi carro y mi ropa. Pero no veo nada de eso. Puedo ver a mi familia, a mis amigos, que lloran mi muerte y que sin embargo son felices por lo que vivieron conmigo. Puedo ver todas las cosas buenas que hice, y que nunca consideré como mías, o como buenas o que simplemente no consideré nunca.

Comprendo que pude haber hecho más si no hubiera sido tan egoísta, si no hubiera pensado solamente en mí, si no me hubiera concentrado tanto en mis cosas. Pero ya es tarde, pues he muerto. Creo que ahora me concentraré en nada más.

Son las 10 de la mañana. Despierto en mi cama y me doy cuenta de que estoy vivo, todo ha sido un sueño. Miro a mi alrededor y veo que todo está en su lugar.

Mi ropa está debidamente ordenada por telas, colores, marca y tipo de ropa en mi walk in closet.

Mi fiel celular, a mi lado, como siempre. Suena. No voy a contestar. Es el estúpido vicepresidente de mi negocio, queriendo saber si voy a ir a trabajar. Sigo siendo el dueño y presidente de la mejor agencia de publicidad del mundo.

Mi perro. Mi elegante y hermoso perro, a los pies de mi cama, como siempre.

Mi envidiable casa sigue en pie y permanecerá así hasta el día en que yo muera.

Mi cama sigue abajo de mí. Tan cómoda y limpia mi cama. Me alegra no haber muerto. Así puedo seguir durmiendo en ella.

Me levanto y veo por la ventana. Mi carro sigue estacionado fuera de mi casa. Lo acaban de lavar y se ve exageradamente seductor. Me dan ganas de manejar hasta el trabajo.

Con todas estas cosas buenas, siendo tan perfecto, sonrío.

La vida, mi vida, es perfecta. Soy la prueba viviente de que Dios existe. Soy la prueba de que la humanidad puede ser perfecta, de que esos seres raros y malolientes son solamente una subespecie humana, no son humanos, como yo. Humanos quedamos muy pocos en el mundo. Los pocos que todavía estamos debemos ser perfectos y dar ejemplo de nuestra perfección. Como lo hago yo.

Bajo a hacer el desayuno en mi limpia y hermosa cocina, que se alegra de verme.

Vuelvo a sonreir.

Un día más ha comenzado.

Saturday, June 17, 2006

El regreso del Conejo y su fatídica y última muerte

Cuando volteé no había nadie atrás de mí. Sólo quedaba ahí un leve rastro de humo rojo que indicaba que no había sido un sueño y que realmente había visto a esa persona.

Entré a mi casa y serví limonada en mi vaso de pingüinos. Me senté a ver la televisión, pero no la prendí. Simplemente veía la televisión. No entiendo a la gente que tiene que prender la televisión para poder ver la televisión. También se puede verla apagada.

Comencé a quedarme dormido y soñé que cantaba. Cantaba, cantaba, cantaba, hasta que me quedaba sin voz... Casi como la sirenita, pero en mi sueño nadie encerraba mi voz en un caracol. Simplemente se iba y yo la observaba volar libre como la lluvia.

Desperté sobresaltado cuando oí que en la cocina alguien hacía ruidos. Pensé: "debe ser la sirvienta", y traté de volver a dormir. En eso recordé que no tengo una sirvienta y que las sirvientas no trabajan en domingo. Entonces saqué mi bote de gas lacrimógeno que guardaba debajo del sillón situado frente a la televisión y me dirigí hacia la cocina.

Pateé la puerta y ésta se abrió de par en par. Es absurdo decir que se abrió de par en par, porque yo creo que cuando una puerta se abre de par en par es porque dicha puerta tiene una parejapuerta que se abre al igual que ella, y en el caso de mi cocina, solamente hay una puerta. El caso es que se abrió de par en par sin su pareja y con un grito mortal salté dentro de la cocina.
No había nadie ahí y lo único que pude ver fue que todo estaba en orden. Creí que había soñado, por lo que cerré la puerta sin su pareja y le pedí perdón por la patada que le había dado. Ella prometió acusarme con las autoridades y con su pareja puerta por negligencia y que me demandaría por atacar con alevosía y ventaja.

Regresé a sentarme a mi sillón y guardé el gas lacrimógeno. Me dispuse a seguir viendo la televisión, cuando vi que a mi lado esta sentado el maldito conejo. Antes de saludarlo pensé: "Maldito conejo. Es un stalker".

Entonces lo saludé. "Hola conejo" le dije cortésmente mientras me quitaba un sombrero inexistente. "Hola" me dijo, sin dejar de ver la televisión apagada, "no tenía nada que hacer y vine a visitarte. Espero que no te moleste. Quieres ir de viaje?"

Eso era más de lo que mi estresada cabeza podía soportar y lo tomé de las orejas, saqué mi bote de gas lacrimógeno y rocié generosamente con el gas al conejo. Entonces el conejo me dio una patada ninja y me dijo "ya sé kung-fu". Peleamos durante una hora hasta que le hice una llave de jiu-jitsu brasileño y lo vencí.
El conejo lloró y suplicó por su vida, pero le recordé que ya estaba muerto y que no tenía caso que lo dejara vivir, pues si lo perdonaba, seguría molestandome. Él prometió hacerme una rica ensalada si lo dejaba vivir, pero fue inútil: yo no como ensalada.

Lo llevé al baño y lo metí de cabeza en el escusado. Me aseguré de que quedara bien atorado y jalé la palanca varias veces hasta que el conejo se fue. Después llamé a Agua y Drenaje y les informé que había echado un conejo al drenaje y que si lo veían, lo aplastaran, mataran o cualquier cosa con tal que no volviera a molestarme. Prometieron hacerlo así y colgué el teléfono.

A partir de ahí empecé a comer ensalada.

Hechos: de verdad tengo un delirio de persecución.
De verdad tengo un vaso de pingüinos.
Limonada no es lo único que tomo.
No vivo solo.
No veo la televisión apagada. La veo prendida.
La puerta de mi cocina es soltera. No tiene pareja. Nunca me demandaría; me quiere mucho.

Wednesday, May 24, 2006

métanse al blog de óscar

Este es el nuevo blog de Óscar Ramírez:

post-pluma.blogspot.com

dicen que está chido.

basta de codornices!

Ya déjame en paz!!!!

Ok ya me voy!!

Thursday, May 11, 2006

El Tigre que Comía Tomates

Hace algunos días asesiné a un conejo. No quise hacerlo; él me obligó. Me había dicho que si tomaba su oreja derecha con mi mano derecha algo increíble pasaría. Así lo hice, pero no pasó nada. Enojado, estrellé al conejo en la pared. Obviamente murió.

Ayer en la mañana, mientras tomaba una limonada de piña bajo mi cama, vi que unos ojos rojos me observaban en la oscuridad. Me asomé por la ventana, y vi que el conejo que yo había matado movía su pata delantera derecha como diciéndome adiós y con su pata delantera izquierda me hacía una seña obscena.

Salí y le dije "oye conejo, tú estás muerto, no puedes estar aquí porque tú estás muerto y los fantasmas no existen". Se quedó mirándome durante tres largos segundos, pensativo, y me dijo "tienes absolutamente casi nada de toda la razón". Y desapareció. En donde estuvo parado dejó la cuchara con la que había estado comiendo sopa de fideos.

Regresé bajo mi cama a terminar mi limonada de piña y me di cuenta de que ya no tenía limonada de piña, así que bajé a la cocina a servirme más. Encontré la cocina hecha un asco; estaba toda sucia y había en la estufa una olla en la cual alguien había hecho una sopa de fideos muy rica. Me asomé a la olla para ver si quedaba sopa y ya no había. Me pregunté quien se la había terminado y estaba todavía más intrigado por quién la había hecho, puesto que vivo sólo y no había nadie más que yo y el conejo que estaba enterrado afuera.

En ese preciso momento, no antes, sino después, apareció de nuevo el conejo, llevando un plato de sopa vacío. Me imaginé que era él quien había hecho la sopa, y como tenía mucha hambre, le pedí que hiciera más para mí. Me miró durante 2 largos minutos antes de contestar "no, no puedo hacer sopa para ti, sólo para mí, porque tu me mataste y estoy muerto, y los fantasmas no exiten, así que estás condenado a morirte de hambre, jajajaja".
Intenté todo. Le rogué, lloré, pataleé, lo golpeé e incluso lo maté de nuevo, pero todo fue en vano. Intenté chantajearlo. "Si haces sopa para mí, te daré un chocolate en forma de conejito de Pascua", le dije. El conejo se quedó viéndome durante 3 largas horas y finalmente me dijo "ok", y se puso a hacer la sopa de fideos.

Cuando terminé de comer la sopa, le dije al conejo que ahora se pusiera a comer él, pues tengo una curiosa obsesión y me gusta fotografiar a la gente cuando está comiendo, para luego coleccionar esas fotografías en un sótano oscuro debajo de mi casa, en el que también guardo una botella de agua sólo para emergencias.
El conejo se puso a comer y yo le tomé muchas fotos compulsivamente, mientras tocaba el violín.

Cuando el conejo terminó de comer, le dije "te invito a vivir a mi casa, puedes dormir en el sótano con la botella de agua sólo para emergencias y con mi colección obsesiva de fotos". El conejo aceptó porque hacía dos días lo habían corrido de su casa porque se había muerto y porque no había pagado la renta y me lo agradeció llorando y asegurándome que me iba a cocinar sopa todos los días.

Ya que el conejo estaba instalado en el sótano con la botella de agua sólo para emergencias y mi colección obsesiva de fotos, le dije que iba a salir un rato y que no tardaba en volver; que él podía descansar y comerse el chocolate en forma de conejo de pascua que yo le había dado. Cuando salí de la casa, llevaba toda mi ropa y mis artículos personales de valor guardados en una maleta. Cerré la puerta con llave y puse en la entrada un letrero de "se vende". Decidí que el conejo se quedara ahí para siempre y que molestara a las personas que compraran la casa y yo me compré un departamento, en el cual vivo ahora.

El conejo se quedó totalmente sólo en mi casa, porque me llevé también la botella de agua sólo para emergencias y mi colección obsesiva de fotos.
Nunca volví a ver al conejo.

Friday, May 05, 2006

Libertad

Hoy tuve que ir al TEC a presentar un examen de matemáticas. Jaja, remediales. Fue horrible.

Entré al salón y todas las luces estaban apagadas. Bueno, sólo una estaba prendida: la luz que estaba encima del escritorio de la maestra. Pude ver a la mujer sentada frente a éste y cuando me vio entrar soltó una carcajada malvada. A lo lejos escuché un trueno y el aullido de un lobo.
Pude observar bajo la tenue luz que alumbraba a todo el salón que la mayoría de mis compañeros de clase ya se hallaban prisioneros en sus jaulas. Faltaban algunos cuantos que pronto caerían en la trampa de la malvada mujer que nos quería torturar para que le dijéramos lo que sabíamos.
Afortunadamente, yo sabía de antemano que me enfrentaría a tal tortura e iba convenientemente preparado. Resistí durante dos horas, en el transcurso de las cuales intenté engañar a la tipa, sin llegar a resultado alguno. Bueno, no logré engañarla, pero conseguí no revelar la información que poseía.
Mientras pasaban estas dos horas, vi como mis compañeros de tortura eran liberados a medida que revelaban su información. De nada sirvieron mis súplicas y el alentarlos a resistir conmigo.
La torturadora, que es medio bruja, al término de este lapso de tiempo, empezó a echar espuma por la boca y a crecer desmesuradamente hasta que llegó a tocar el techo. Una cola larga y ancha empezó a salir por su lado posterior y sacó unas garras más filosas y duras que el hierro. Pronto tomó un tono de piel verduzco y la espuma que salía por su boca se convirtió en fuego y humo. La vieja maldita se había transformado en un dragón.
Yo observé con gran interés la metamorfosis de la señora, y pensé rápidamente en una solución antes de que me atacase. Decidí que su problema se debía al bochornoso calor al que estaba sometida y cuando terminó su mutación le dije en el tono más amable que pude que la invitaba a comer una paleta helada de limón. Las comisuras de su horrible hocico se curvaron en lo que pretendía ser una sonrisa de "al fin alguien me comprende" y la mujer dragón aceptó. Le dije que convendría que se transformara de nuevo en persona, para evitar asustar a los pobres estudiantes del TEC, que ya tenían suficiente con tener que estar estudiando para los finales. Esperé a que mutara de nuevo y cuando lo hizo, salimos de la sala de torturas. Respiré el aire fresco y me prometí no volver nunca a ese horrible lugar, ni voluntariamente ni en contra d emi voluntad. Antes de volver, preferiría el suicidio.
En fin, llevé a la de-nuevo-soy-una-maestra-normal-sin-nada-de-extraordinario a comprar una paleta helada. Dejé que ella pagara el importe, como castigo a las dos horas intensas de tortura a las que había sido sometido y antes de que ella pudiera decirme o hacerme algo más, huí del lugar.
En realidad creo que mi recompensa será buena después de haber resistido a semejante tortura. Pienso que ahora podré dormir en paz. Al menos, durante un buen tiempo.

Por ahora, seré libre como la lluvia.

Tuesday, May 02, 2006

Un Conejo Cualquiera (bis)

Me propongo explicar el significado del nombre de mi blog.
Siempre he sido un buen seguidor del surrealismo y dentro del surrealismo, lo mejor es lo real.
Un Conejo Cualquiera es un lugar en donde mis pensamientos más surrealistas vendrán al mundo, y es ahí donde se quedarán antes de atacar a la humanidad.
No pretendo, como pueda pensar cierta gente, escribir para ser leído. Este blog tiene como propósito el alejar de mí el stress que produce mi agitada vida y tiene el único fin de relajarme.
Por tal motivo, nunca escribiré aquí cosas que tengan sentido -fuera de esta ocasión-, ni publicaré aquí ninguno de mis escritos, serios o no serios, que intentan ser un cuento o una novela.
Este blog está dedicado al ocio y a mi relajación, así como, espero, la diversión de quienes me lean.
Por cierto, hoy intenté empezar a estudiar para mis exámenes finales. Casi lo logro. Estoy seguro que mañana tendré éxito.
Creo que por hoy no hay nada más que agregar. Por lo menos, nada coherente. Y antes que mi mente empiece a escupir sus sandeces, me voy a hacer cosas más productivas, como escuchar música y estar en el messenger.